Tatuaje básico
Estas cenizas que ya no juegan con fuego.
Sabina
Mejor hubiese sido
que lo dejáramos allí, amor, en el principio
de aquella fría noche, en
aquella soledad
desigual a la de ahora, en la
extranjería primera
de no estar junto a ti.
He perdido mi papel
en la luz y en la sombra de
las calles,
y está la soledad, después de
todo, tan ajena a mí
como yo estuve ajeno a ella.
Ahora sólo me queda
la cumplida ceniza de los
años compartidos,
otra realidad, la esencia
lenta de la ausencia
entrando a bocajarro por mi
pecho reventado de
amor y de humo,
la huella, la luna y el átomo
irrompible del recuerdo, el
mundo
que dejaste en mi frente
huidizo como un pájaro al que
reclamó la mañana.
Ya no puedo recuperar
ni siquiera aquella sonrisa
soñadora y solitaria,
porque está tu rostro en el
mío, así
como el mío está en el tuyo,
detrás del de siempre, a
fuego íntimo grabado.
Nunca ha estado más lejos
de la oportunidad de tenerte
esta constancia que tengo de
ti.
¿Qué voy a hacer ahora
con todo este sol, si está el
tiempo recorriendo
la llamativa oscuridad
de las habitaciones vacías,
desconvocando
la costumbre de tus pasos y
mi nombre?
¿Cómo decirle a los espejos
que ya no vendrás? ¿Cómo,
ahora que ya conocen
el multiuniverso de dos
cuerpos abrazados,
de dos alientos
con los que descreer mi
muerte?
¿Cómo comprimir el encuentro
con el mar
desde lo profundo hacia lo
plano?
Mejor hubiera sido
que me dejaras allí, amor, en
el principio
de aquella fría noche,
en la esperanza, en la
inexperiencia,
de tener aún que encontrarte.
Abel Santos, del libro de próxima publicación TODO DESCANSA EN LA SUPERFICIE
Billy Joel, canción Piano Man original
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