sábado, 5 de noviembre de 2011

HIJOS DE UN BLUES CASTELLANO


MADRE

Para ella, para todas ellas.



  • Sólo el acorde justo puede hacerte llorar,

  • pero nadie escucha las escalas,
  • nadie escucha a su madre.


Billy Collins (de su poema
Lecciones de piano)



Madre, tus piernas enmudecen sus quejidos,
saben de memoria el peso del trabajo laborable
que tú has situado en la cocina,
sin que nadie parezca enorgullecerse de tu persona por ello.

Madre, las yemas de tus dedos
parecen no tener vacaciones
y el sueño está exiliado de la patria de tus ojos,
pero sigues aquí, en pie, entre trastos por fregar,
como un vendaval de perseverancia por seguir adelante con todo.
Madre, se van burlando del tinte
las perezosas canas de tu pelo,
pero aún hay un arcoiris diminuto
en las facciones de tus risas de niña
y eres sabia en esto de la estrategia y el juego de la vida
al que tanto apuestas por nuestro bien.

Madre, descansa por un tiempo, descansa,
reposa por unos días, date una pausa
porque se me resquebraja el corazón al verte doblegada.
Date una pausa, aunque sé que estarás
desmesuradamente interesada en la prisa,
porque es más tarde de lo que parece
y tus hijos mayores hace tiempo que no fumamos a escondidas...
Date una pausa, porque a los adolescentes
pronto empezará el mundo a teñirles las pupilas
de colores nuevos y peligrosos.

Madre, sé que siguen habiendo todavía
pañuelos y consejos esperándome en tu hombro,
aunque el tiempo haya asesinado las nanas
y ya no nos firmemos las mejillas, con nuestro afecto,
tan a menudo como entonces,
pero sé que continúas escondiendo un tequiero en cada plato.

Madre, tus piernas se alivian de sus toneladas de quejidos
cuando las horas en que las camas se deshacen
cobijan y sopesan tu cansancio.
Por eso yo, con este modesto poema,
he querido hablar por tus dolencias,
porque hay mucho que aprender de ellas, Madre.


Abel Santos, de Esencia (Ediciones Az90, Barcelona, 1998)




Mother, de John Lennon
(con subtítulos)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

comentarios