jueves, 9 de julio de 2015

GAFAS ESPECIALES





Gafas oscuras

En esos momentos malos
es como si se hubiera puesto usted  unas gafas negras.
No puede ver nada como es.

Roger Wolfe

Miedo a entregarme al poema de amor más largo
y que al final no tenga valor.

Miedo al juicio
que sentencia tu familia hacia mi persona.
Miedo al contraataque de mi familia a todo prejuicio
—con mis gafas oscuras
tus padres me ven como un gángster,
mi madre me ve como un policía—.

Miedo a mi madre y su
«ella no es la mujer de tu vida».

Miedo al Tarot,
el Horóscopo, las Cartas Astrales
escupiendo a la cara de este viento tan nuestro
que esto duraría un par de años más
y que la separación
sería larga y dolorosa.

Miedo a aquellos que no entendieron
mi ruptura contigo

porque hacemos una pareja de cine.

Miedo a los 5 días de carne y hueso que discutimos,
miedo al día de tregua
a media semana

y a la magia de ese día que parece
que no ha pasado nada
entre tú y yo.


Tú y ese sentimiento de culpa
por confundirte en labios de otro.
Yo y este triste perdón que ya no se hace ilusiones,
porque para hacerse ilusiones
hacen falta personas fantásticas.

Miedo a salir del miedo.

Miedo a la idea de volver a enamorarme,

como un chiste de mal gusto en territorio depresivo.

Todo me dice que tengo que decirte adiós.
Todo dice que se pone en mi lugar.
Pero yo siento que todo invade mi espacio.

El destino está escrito, dicen.
Y en él también está escrito que cada uno
puede cambiar su destino.
Digo yo.
Un no tan rotundo como un sí quiero.
Un no tan enérgico que diga no
a toda negatividad.

Y que tras estas rotas gafas oscuras
sólo vean a un hombre
que empieza, que mira, de nuevo.





©Abel Santos



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