NO ESTAMOS HECHOS PARA DURAR
Nada está hecho para durar.
La única verdad del poeta
es perdonarse su sed de inmortalidad
en las traidoras capillas literarias, pretendiendo
una belleza, una poesía
en las traidoras capillas literarias, pretendiendo
una belleza, una poesía
tan fuera de lugar, que sólo puede ver
la sencillez del iluminado.
la sencillez del iluminado.
Ante esta revelación
sólo nos queda esperar, entre otras cosas,
que el sol de mayo se filtre en nuestras hojas
y que nuestra voz sea la brisa
que antes de desaparecer deja un escrito
que pueda hacer sonreír a un niño;
que el beso más lento
alivie nuestra soledad, para desembocar,
tal vez, en un renovado oleaje de amor,
sin más orilla que la de una mente fiel
junto a la que expirar serenamente;
y que el infinito nos preste,
otro día más, el flamante oro del tiempo,
para que el espejo no nos reclame
la deuda pendiente de no haber sabido vivir
ante este fuego que envejece,
como cualquier poema.
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