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jueves, 12 de enero de 2012

AL PARTIR UN BESO Y UNA FLOR




EDUARDO, EL MÁRTIR

En memoria de mis abuelos, Eduardo y Candela.


Entonces escuchó un tranvía, de los antiguos.

Unai Elorriaga



Viéndote así con tu rota memoria de
niño, me pregunto si alguna vez has visto el cielo azul
más allá de tu mirada baja trabajando en el campo.

Un día de mi novecientos cincuenta y ocho
llegaste a Barcelona ciudad
en un tren procedente de Cáceres, casado
con la candela de la supervivencia,
con tus maletas de hombre transparente y con la fe en el futuro
cogida de la mano, a sus siete años.

Trabajabas para no dormirte
y dormías para trabajar tus ahorros
con la descendencia de las horas extras
en la fábrica de los grandes números. Y algún vaso de vino
a escondidas
mientras me invitabas a coca-cola a la salida del colegio,
y llegábamos a casa donde se tejía y se destejía
la telúrica nostalgia por la tierra.
                                               Y esa mujer,
en silla de ruedas al otro lado de
la sala, hilvana por momentos el desgarro
en el velo entre el tiempo y el espacio,
su muerte y tu vacío. Y no es extraño. Yo también
he creído verla llamándome por mi nombre.

Más que mirar, sé que estás mirando lo vivido.

Me pregunto si alguna vez se ha visto
la poesía de un hombre descansado.
Me pregunto si alguna vez has visto el mar,
tú, que nunca te has hartado de nada.



Abel Santos, 2011, del libro inédito TODO DESCANSA EN LA SUPERFICIE.

Nota del autor: Los llamados Eduardo, según los Santorales (libros de significado de los nombres), son en vida o Héroes o Mártires. Cabe decir, que él, fue ambas cosas.





Nino Bravo. Un beso y una flor.

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